domingo, 15 de febrero de 2015

LAS POSIBILIDADES DEL YOGA

"Por qué te quedas en la cárcel cuando la puerta está abierta de par en par?" Rumi

Cuando escuchamos la palabra Yoga nos llegan distintas imágenes de posibles posturas físicas (algunas realmente extremas), ejercicios respiratorios, relajación y meditación, calma mental, gurús sentados durante horas en postura de loto, mantras en sánscrito y otras cosas. Es probable que estas imágenes se hayan archivado en nuestra memoria, generando una definición algo confusa. 


¿Es el Yoga una técnica relajante, un camino espiritual o un deporte extremo? ¿Se trata de un método para aprender a enfocar la mente y la concentración o, más bien, se trata simplementede técnicas respiratorias que incrementan nuestros niveles de energía? ¿Para poder practicarlo tenemos que hacer votos de renuncia y sacrificio o basta con ser un poco disciplinados? ¿Es el Yoga un sistema filosófico y una forma de vida o se trata simplemente de una actividad de moda o de un hobby? ¿Tiene que ver con la entonación de mantras o es más bien la adoración a un Dios o a alguna entidad divina?

Da la impresión de que Yoga es todo lo anterior…Y ciertamente, lo es. 

Una vez oí decir a alguien: “El Yoga es como el mar. Puedes tomar sólo un vaso de él, puedes tomar un recipiente más grande, o puedes desnudarte y zambullirte completamente, nadar hacia adentro y perderte en sus fondos”.

Y la verdad es que la disciplina del Yoga engloba y abarca todas las dimensiones del ser humano: la física, la mental, la emocional, la energética y la espiritual. Y sus efectos llegan a cada una de esas instancias de manera infalible, lo cual le convierte en uno de los métodos más completos e integrales de desarrollo del ser. No es casualidad que su popularidad vaya en aumento a nivel mundial en el último siglo. Tan sólo en Estados Unidos, se calcula que hay 18 millones de practicantes, generando más ingresos y ganancias que las grandes multinacionales como la Coca Cola o la Gillette. El Yoga es algo serio y no debe menospreciarse.



La amplia técnica del Yoga, como muchos saben, proviene de la India y sus orígenes se remontan al siglo XVII A.C., lo cual le hace tener al rededor de 3500 años de vida, más que el propio cristianismo. No deseo entrar en este artículo en su extensa historia, ése es contenido para otro post. Clasificar su larguísima trayectoria ha sido y seguirá siendo todo un reto para investigadores y expertos en el tema porque sencillamente no se trata de algo simple. Pero me gustaría que consideremos por un momento cuánto el Yoga ha podido crecer, modificarse y transformarse a lo largo de su propio recorrido de 35 siglos, hasta llegar a nuestros días, pariendo distintas ramas, escuelas, textos sagrados, preceptos éticos y maestros influyentes. Esto indudablemente lo convierte en un ente cambiante y con múltiples matices, todos válidos y legítimos.

Se puede experimentar de una manera netamente física, enfocándonos simplemente en sus beneficios fisiológicos, estirando o tonificando la musculatura, órganos y cuerpo físico. Otra alternativa es utilizarlo para domar nuestra ámbito mental, abocándonos en la concentración, el entrenamiento de la mente y la retracción de los sentidos. Por otra parte hay quienes deciden, a través del pranayama o ejercicios respiratorios, purificar el cuerpo sutil o energético. Y otros, yendo más profundo, lo experimentan de una manera más espiritual y sagrada, buscando conectar con la parte más elevada del ser, con el amor en sí mismos o manifestando una devoción intensa hacia el creador. Y también, por supuesto, podemos nutrirnos de todas sus sabores al mismo tiempo, trabajando en las diversas áreas de nuestro ser. Por todo esto, la modalidad que se escoja debe estar en función de las expectativas y necesidades del practicante y es éste quien elige hasta dónde llegar con el mismo.

En nuestra cultura occidental (como no podía ser de otra manera), el Hatha Yoga (Ha: sol. Tha: luna), una rama que no se considera fundamentalista y que, efectivamente, nace muchos siglos después, es el que más se conoce y se difunde, dado su carácter práctico y “físico”. Y es que, el cuerpo físico, al ser nuestra parte más obvia y palpable, se convierte en la puerta de entrada perfecta para adentrarnos en el campo de la consciencia. Es totalmente lógico empezar por nuestro recipiente corpóreo ya que si éste se debilita o enferma, la búsqueda de realidades y experiencias superiores se dificulta drásticamente

Y es que: ¿Quién puede sentarse a meditar si le duele la cabeza o padece de dolor crónico? Fortalecer, cuidar o sanar el cuerpo físico a través del Yoga es una forma de poner las cosas en orden antes de ir a las capas más profundas de nosotros mismos. Pero recordemos siempre que el Yoga, en su máxima expresión, no es sólo un Asana (postura física), y no tendría que acabar allí. Cuando el Yoga se practica sólo con fines físicos y desde una perspectiva netamente corpórea,  a mi parecer, se vuelve estéril, se desperdicia.

Es una lástima que, pudiendo recorrer el camino evolutivo completo hasta llegar al incremento de nuestro nivel de consciencia, a la conexión con la parte más elevada de nosotros mismos o con nuestra divinidad, al auto-conocimiento, al amor o, en último caso, a la “autorealización” o “Samadhi”, nos quedemos sólo en el primer estadio. Vivenciarlo en todas sus dimensiones, especialmente en la dimensión espiritual, es, a mi parecer, experimentar su parte más dulce y gratificante. Está claro que, al ser seres multidimensionales, el trabajo sobre cuerpo físico automáticamente recae sobre otras partes de nosotros y las beneficia, pero para que el viaje sea más directo y consciente , se debe contar con la intención previa, el anhelo o la aspiración de llegar más lejos en nuestro camino como yoguis. De lo contrario corremos el riesgo de que la ejecución perfecta de un Asana o postura y el incremento de la flexibilidad se conviertan en una excusa que sólo fortalezca nuestros egos, pero no nuestros corazones. 





Tomando en cuenta todo lo anterior, es sumamente importante y recomendable que al momento de decidir probar el Yoga investiguemos sobre sus distintas ramas y escuelas  y definamos, en principio, qué queremos obtener de él, para luego buscar los centros, profesores e instructores en nuestra localidad que pueden ofrecernos el estilo que deseamos practicar y que mejor se amolda a nuestras necesidades. 

Si la palabra Yoga te resuena no dudes en probarlo. Sus beneficios son infinitos. No te arrepentirás.