"Si piensas que la educación es cara, prueba con la ignorancia" B. Franklin
El Yoga se ha convertido en uno de los negocios más prolíficos del siglo XXI. Abundan en el mercado numerosas ofertas para convertirnos en profesores certificados. Los "Teacher trainings" están a la orden del día. En un mundo en donde abundan las sectas y los gurús es importante tener una noción sobre lo que podemos esperarnos de un buen profesor de Yoga.
1- Yoga no son sólo ásanas:
Un buen profesor de Yoga debe conocer y tener en cuenta otros aspectos menos tangibles del Yoga, como el Pranayama o los ejercicios respiratorios, la filosofía e historia, los preceptos éticos (Yamas y Niyamas), sus principales precursores y, sin duda, la anatomía humana y los efectos contraproducentes de algunas posturas en personas con condiciones físicas especiales. El Yoga es vasto y ha evolucionado infinitamente en el último siglo, no vale con saber algunas posturas e instruirlas, es importante conocer todo lo que hay detrás. Mientras más conocimientos sobre otros aspectos del Yoga se tengan, mejor.
2- Secuenciar con lógica:
No es lo mismo hacer una torción antes de una inversión que hacer una torción después de una inversión... no se obtendrán los mismos efectos. Con cada grupo de posturas se obtiene un resultado distinto sobre nuestro cuerpo, mente y energía. Cada Ásana en sí misma se diferencia de las demás por su forma de ejecución, propósito y efectos físicos principales y secundarios y como si esto no fuera poco, la combinación de las mismas también puede alterar radicalmente el efecto. Con un abanico de posibilidades de más de 200 posturas, saber organizar y crear una secuencia con conocimiento resulta vital.
3- El camino personal, la auto-práctica:
Los profesores de Yoga somos catalizadores del camino de crecimiento personal de nuestros clientes o alumnos, con lo cual, tenemos la gran responsabilidad de ocuparnos del nuestro. No podemos dar algo que no tenemos integrado ni enseñar algo que nosotros mismos no conocemos, practicamos o hemos experimentado. Por eso el enseñante de Yoga debe ser él mismo un Yogui, un aficionado cándido, un practicante, siempre dispuesto a aprender y a incorporar nuevos conocimientos y experiencias que provienen, sobretodo, de su propio estudio y de su propia práctica.
4- Amabilidad y buena comunicación:
No importa cuanta experiencia, fama o prestigio tenga un profesor de Yoga, sus acciones y obras deben estar llenas de amabilidad, compasión, humildad y ética, sobre todo cuando se trata de reconocer sus propios errores o imperfecciones. Un buen profesor de Yoga también debe saber transmitir la enseñanza de manera didáctica y asertiva, tener herramientas de comunicación y saber corregir (ya sea verbalmente, mostrando la postura o ajustarla con sus propias manos) cuando sea necesario.
5- Incentiva nuestra propia libertad:
Cualquier mensaje que nos haga sentir dependientes o coaccionados y que nos intente convencer de que nuestro profesor es el mejor en el campo y que no debemos desarrollar independencia en nuestra búsqueda debe encender todas nuestras alarmas. Un buen profesor de Yoga siempre incentivará nuestro propio sentido de libertad y empoderamiento desde el más profundo amor y respeto, aunque eso signifique que dejemos de tomar clases con él. La manipulación es digna de sectas y de falsos gurús. Cuidado!
6- Menos Instagram y más pedagogía:
Poder hacer distintas posturas con nuestro cuerpo es hermoso y liberador y mostrarnos en las redes sociales es una excelente estrategia para atraer clientes nuevos interesados en aventurarse en la práctica del Yoga de nuestra mano. Después de todo, el desempeño del cuerpo físico es el único desempeño que se puede medir de manera tangible, cierto? Pero recuerda: Un buen profesor de Yoga no necesariamente es aquel que expone sus posturas exóticas, su flexibilidad y talento para el yoga físico en las redes sociales, sino aquel que sabe cómo llevarte A TÍ a ese lugar de manera progresiva y segura.
El Yoga se ha convertido en uno de los negocios más prolíficos del siglo XXI. Abundan en el mercado numerosas ofertas para convertirnos en profesores certificados. Los "Teacher trainings" están a la orden del día. En un mundo en donde abundan las sectas y los gurús es importante tener una noción sobre lo que podemos esperarnos de un buen profesor de Yoga.
1- Yoga no son sólo ásanas:
Un buen profesor de Yoga debe conocer y tener en cuenta otros aspectos menos tangibles del Yoga, como el Pranayama o los ejercicios respiratorios, la filosofía e historia, los preceptos éticos (Yamas y Niyamas), sus principales precursores y, sin duda, la anatomía humana y los efectos contraproducentes de algunas posturas en personas con condiciones físicas especiales. El Yoga es vasto y ha evolucionado infinitamente en el último siglo, no vale con saber algunas posturas e instruirlas, es importante conocer todo lo que hay detrás. Mientras más conocimientos sobre otros aspectos del Yoga se tengan, mejor.
2- Secuenciar con lógica:
No es lo mismo hacer una torción antes de una inversión que hacer una torción después de una inversión... no se obtendrán los mismos efectos. Con cada grupo de posturas se obtiene un resultado distinto sobre nuestro cuerpo, mente y energía. Cada Ásana en sí misma se diferencia de las demás por su forma de ejecución, propósito y efectos físicos principales y secundarios y como si esto no fuera poco, la combinación de las mismas también puede alterar radicalmente el efecto. Con un abanico de posibilidades de más de 200 posturas, saber organizar y crear una secuencia con conocimiento resulta vital.
3- El camino personal, la auto-práctica:
Los profesores de Yoga somos catalizadores del camino de crecimiento personal de nuestros clientes o alumnos, con lo cual, tenemos la gran responsabilidad de ocuparnos del nuestro. No podemos dar algo que no tenemos integrado ni enseñar algo que nosotros mismos no conocemos, practicamos o hemos experimentado. Por eso el enseñante de Yoga debe ser él mismo un Yogui, un aficionado cándido, un practicante, siempre dispuesto a aprender y a incorporar nuevos conocimientos y experiencias que provienen, sobretodo, de su propio estudio y de su propia práctica.
4- Amabilidad y buena comunicación:
No importa cuanta experiencia, fama o prestigio tenga un profesor de Yoga, sus acciones y obras deben estar llenas de amabilidad, compasión, humildad y ética, sobre todo cuando se trata de reconocer sus propios errores o imperfecciones. Un buen profesor de Yoga también debe saber transmitir la enseñanza de manera didáctica y asertiva, tener herramientas de comunicación y saber corregir (ya sea verbalmente, mostrando la postura o ajustarla con sus propias manos) cuando sea necesario.
5- Incentiva nuestra propia libertad:
Cualquier mensaje que nos haga sentir dependientes o coaccionados y que nos intente convencer de que nuestro profesor es el mejor en el campo y que no debemos desarrollar independencia en nuestra búsqueda debe encender todas nuestras alarmas. Un buen profesor de Yoga siempre incentivará nuestro propio sentido de libertad y empoderamiento desde el más profundo amor y respeto, aunque eso signifique que dejemos de tomar clases con él. La manipulación es digna de sectas y de falsos gurús. Cuidado!
6- Menos Instagram y más pedagogía:
Poder hacer distintas posturas con nuestro cuerpo es hermoso y liberador y mostrarnos en las redes sociales es una excelente estrategia para atraer clientes nuevos interesados en aventurarse en la práctica del Yoga de nuestra mano. Después de todo, el desempeño del cuerpo físico es el único desempeño que se puede medir de manera tangible, cierto? Pero recuerda: Un buen profesor de Yoga no necesariamente es aquel que expone sus posturas exóticas, su flexibilidad y talento para el yoga físico en las redes sociales, sino aquel que sabe cómo llevarte A TÍ a ese lugar de manera progresiva y segura.
